El sacrificio de la crucifixión de Jesús refleja la profundidad del amor de Dios para con la humanidad toda.
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga
Jesús, limpio y sin manchas, tomó el lugar del cordero sacrificado para la limpieza y el perdón de los pecados.
>>¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! << (Jn 1:27)
Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?» (Jn.11:25)