Generales: Transitar el duelo: cuatro consejos clave para que duela menos
05/04/2025
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Cuando el dolor se evita con múltiples ocupaciones es probable que con el tiempo se manifiesten problemas a nivel fÃsico; herramientas para evitarlo
Durante dos años después de la muerte de su papá, MarÃa no lloró ni una sola vez. En lugar de frenar ante la pérdida, llenoÌ su tiempo con trabajo, multiplicó sus tareas y colmoÌ su agenda social. Pero, aunque lo ignoraba, el dolor no desapareció. Empezaron las punzadas en el abdomen —¿caÌncer de ovarios?, hipotetizó—, seguidas de palpitaciones aceleradas —¿un posible ataque cardiÌaco?—. Cada semana, aparecÃa un nuevo siÌntoma, un nuevo especialista, un nuevo diagnoÌstico. Nada, le deciÌan al final. Fue en el espacio terapeÌutico donde pudo entrever lo que realmente le estaba pasando.Sin saberlo, MariÌa evocaba los diÌas en los que su padre —que alguna vez soñoÌ con ser meÌdico— la llevaba a consultar por cualquier dolencia leve, recorriendo consultorios como si fuesen pasillos familiares. Esa ronda meÌdica, que en su niñez fue un juego encubierto entre padre e hija, se reactivoÌ en su adultez como un modo inconsciente de mantenerlo cerca.En el campo del psicoanálisis lo que le pasó a MarÃa es la consecuencia de un fenómeno bastante frecuente: el duelo congelado. Ocurre cuando una persona no puede procesar emocionalmente una pérdida significativa.Qué pasa si comés fruta a la noche“No es la ausencia del duelo, sino otra forma de hacerloâ€, explica Pilar MarÃa Vila, psicoanalista (M.P. 1130). “Hoy muchas veces se transitan asiÌ: detenidos en la accioÌn, ocultos tras la productividad o envueltos en rutinas desbordadas. Ya no se llora durante diÌas y meses. Se sigue, se avanza, se actuÌa como si nada pasara. Pero ese nada se filtra en dolores fiÌsicos y enfermedades recurrentesâ€.Vivimos en una eÌpoca que premia la inmediatez y la productividad, donde el tiempo para frenar es un lujo, pondera Vila: “Habitamos una cultura que celebra el bienestar constante, repitiendo mantras como «soltar» y «ser feliz», ofreciendo mil maneras de tapar el vaciÌo: pastillas, dietas, deportes, consumo. Todo, menos detenerse a habitar el dolor. Las exigencias crecen, las pausas desaparecen. Dos diÌas de licencia por duelo y a seguir. Pero, cuando no hay espacio para el dolor, el cuerpo lo reclama“.Factores que incidenAl hablar de las diferencias entre un duelo normal y uno congelado, Viviana Falcón, psicoanalista y supervisora de la Institución Fernando Ulloa (M.N. 39.953), argumenta que un proceso normal supone el retraimiento de la libido −puesto que todo interés queda concentrado entorno a aquello perdido− en partes. “El proceso suele caracterizarse por la aparición frecuente de recuerdos, añoranza, pena y tristezaâ€, expone. “En la modalidad de duelo congelado, en cambio, el objeto queda retenido; se niega a perder y no despunta ni el dolor ni la angustiaâ€.Existen varios factores que inciden en la forma en la que alguien afronta un duelo, y que pueden “bloquearlo†o “entorpecerloâ€. Algunos internos, como la personalidad, comenta Yulieth Cuadrado (M.N. 80468), jefa de neuropsicologÃa del Instituto de Neurologia de Buenos Aires (INBA). Nuestro temperamento, autoestima, nivel de apego y capacidad de soltar varÃa y tiene un papel clave a la hora de asimilar una pérdida, dilucida la experta.Y, por otro lado, hay factores externos, como el entorno familiar y la cultura.“Hay una suerte de transmisión social en torno a la forma de transitar una pérdida. Hay familias que tienen mucha dificultad para tramitarlas, tendiendo a negarla“, apunta Falcón. “Si creciste en un medio donde hablar de los sentimientos está mal visto y llorar es un signo de debilidad, es probable que trates de adaptarte a dicho entorno, a expensas de tu saludâ€, agrega Mercedes Conti Urabayen, psicóloga (M.N. 62814).Cuadrado, por su parte, reflexiona que, cada dÃa con más énfasis, la sociedad occidental busca métodos para preservar, y extender, la vida, dejando poco margen para hablar sobre la otra cara de la moneda: la muerte.Efectos en el cuerpoEl duelo no elaborado es una de las principales fuentes de enfermedad somática grave y de trastornos psicopatológicos, advierte Falcón, que cuenta con más de 20 años de trayectoria clÃnica. “Lo no trabajado vuelve de las peores maneras, y el camino personal de alguien depende de la posibilidad o imposibilidad de llevar adelante los duelos que la vida le presentaâ€, sostiene.Entre las secuelas más comunes de un duelo congelado, en el largo plazo, Falcón identifica la aparición de consumos variados, de ansiedad, trastornos del sueño y de la alimentación, depresión, ira, culpa, estados de apatÃa y, por supuesto, sus múltiples correlatos en el cuerpo. “Puede exteriorizarse en una «vida en pausa», sin motivaciones ni deseos, generalmente plagada de enfermedades; o, por el contrario en una vida acelerada, imparable, con un ritmo vertiginoso al servicio de no pensar, ni recordar", menciona la especialista. “El vacÃo acecha a ambos, y el cuerpo paga el costo. Al no poder reconducirlo con la pérdida, el sÃntoma queda como una mera descarga en el cuerpo, mortificándoloâ€, concluye.AsÃ, personas que no lloran, que no aparentan conmoción o desolación alguna al momento de la pérdida, terminan −casi inevitablemente− sumiéndose en las repercusiones de esta, solo que de manera inconsciente y sin guÃas.“La sociedad nos quiere felices y productivos. El bienestar es un estado que debe recobrarse lo antes posible y la angustia tiene mala prensaâ€, sopesa Falcón. “El duelo, un proceso psÃquico necesario, se convirtió en un estado mórbido que hay que curar, abreviar o borrar para seguir con la vida como si nada hubiera pasado".El snack ideal para reemplazar a las papas fritasHerramientas para afrontar un dueloUn recurso de fácil acceso, al detectar que se está viviendo una modalidad de duelo congelado, es la verbalización.“Recuperar el valor de la palabra. Hacer lugar al relato de la pérdida, en un mundo que prefiere las victoriasâ€, pondera Vila. “Aunque no todas, muchas veces, el uÌnico refugio posible para ello es el espacio terapeÌutico", reconoce. “La idea es que, ligado a la palabra, el hecho traumático se transforme en un recorrido a través de una historia de amor, y dolor. Atravesar el impacto subjetivo que tiene una pérdida en el sujetoâ€.Cuadrado trae a colación el trabajo de William Worden, un psicólogo que consideraba que el duelo es un proceso activo y que cada persona lo experimenta de manera única. En 1997, propuso un modelo para atravesarlo de una manera saludable, que consta de cuatro tareas.Aceptar la realidad de la peÌrdida. Reconocer que la persona ha fallecido o que la pérdida es definitiva. Muchas personas pueden experimentar negación o dificultad para asumir la realidad, lo que puede retrasar el proceso de duelo.Trabajar en las emociones y el dolor de la peÌrdida. Es fundamental experimentar y expresar las emociones asociadas a la pérdida (tristeza, enojo, culpa, etc.).Adaptarse a un medio en el que el fallecido estaÌ ausente. Incluye cambios externos (nuevas rutinas, roles en la familia o el trabajo), internos (ajustes emocionales y psicológicos) y espirituales (buscar un nuevo sentido de vida). A veces, implica desarrollar habilidades que la persona antes no necesitaba.Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo. Lejos de olvidar, significa encontrar una forma de mantener un vÃnculo simbólico con la persona sin que esto impida seguir adelante.“Sufrir el dolor de un duelo no es sólo perder a un ser querido: es perder una parte nuestra, que se va con aquel, o con aquello, que se pierde. Vale la pena develar, y tramitar, las diferentes capas que subyacen en los duelosâ€, concluye Falcón.
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